El libre dominio
de la demoníaca misa,
la carne hostia
llenado un cáliz de sangre.
La trampa amiga,
supurando en una estaca,
en el meollo del latido
sirviendo de consejo.
El monumento de oro
brillando en los ojos del pobre
la santidad eterna
de la falsa caridad.
jueves, junio 18, 2009
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