miércoles, febrero 10, 2010

Gente como tú

Eres un invento de tu falsa humanidad
esa ropa que compraste buscando destacar
la limosna que diste a un pobre por aparentar
frente a las amistades del mal vivir y el buen pasar.
Sí, te hablo a ti al que le hablan del alma y se larga a reír.
A ti, el que ha olvidado por qué estamos aquí.

Gente como tú son los que me dan ganas de irme a vivir a la montaña.
No te engañes más con esas alas de papel no podrás llegar al cielo.
Tienen encerrado al mundo en sus manos pero pronto abrirán los ojos
todos mis hermanos.

Estás tan orgulloso de ti mismo que crees que lo tienes todo
y ellas te dicen lo bien que te ves viajando en ese mercedes rojo
de verdad yo no entiendo, cómo no te sientes enfermo
viviendo por y para el dinero y sus contratos
Quizás no es tu culpa que no lo puedas ver,
tal vez es culpa de tus padres y abuelos pero yo nunca te voy a defender.

Gente como tú son los que me dan ganas de irme a vivir a la montaña.
No te engañes más con esas alas de papel no podrás llegar al cielo.
Tienen encerrado al mundo en sus manos pero pronto abrirán los ojos
todos mis hermanos.

Unirse en el agua

Deja los rostros unirse en el agua
el retorno a ti mismo es el camino más abandonado.
Se escapó la arena del reloj,
despertó la luz en el cauce
y todos los hombres quisieran llegar al mar.
Puede que sobreviva contigo
la mirada interna del que mira fijo.
Que las lenguas abran nuestra lengua
y las rodillas sepan que toda tierra es santa.
Tomado de pie en el filo de la piedra
quizás griten las ánimas interrogando el rescate.
Mientras se aprieta el botón
y saltan juntos cielo, mar y tierra.
Todavía creen que tendremos otra oportunidad.
Sin tener la separación humana
como un beneficio de la plata
Puede que sobreviva contigo
la mirada interna del que mira fijo.
El dedo se hunde en la llaga, muerto está el cuerpo
indiferente del que no ama.
Si la educación no trajera engaño
el hombre no tendría qué decir
porque el pensamiento es colectivo
la intención es lo único que vale.

lunes, febrero 01, 2010

si alguien viniera

Intente llevar a cabo el resultado menos probable
descubrir una pieza filosofal en las imágenes abstractas.
Propuse un listado de pertenencias por atributo emotivo
y cualidades clasificadas en libros ambiguamente pronunciables.
Esperé que los sonidos fueran igual a significado y símbolo semejante a presunción.
Ultrajé los sustantivos cruzándolos con los verbos e inclusive ordené artículos por
profesión, género, ancho y largo.
Los primeros se convirtieron en amalgama con una transparencia tal que no se podía leer coherencia alguna. Seguido el nombre de los sueños pasados, presentes y próximos para entender adjuntamente al hombre misógino y a Edipo.
Entonces se dió por casualidad que el sentido de los sentidos era el mismo que el corazón de un borracho, y esto último fue comprobado empíricamente por la ciencia adecuable del que la prescribe. Para perder un poco la paciencia, creí que saldrían ilesas las conjunciones y los adverbios, los cuales se fundieron en la retórica prestigiosa del buen lector.
Hubo un escriba que no sabía leer textos ajenos y decía que servía la ignorancia para no caer en repetición, aunque podría darse que sin saber se diera automáticamente en órganos, células, almas y adivinaciónes, cualquier idea pensada, vomitada o ficticia.
Luego quise dedicarle mis trabajos al que quisiera leerlos, eso tampoco funcionó.
Casi a punto de cocción mis casideas se desmembraron por leer un libro de un renombrado.
Dije que olvidaría los lenguajes y empezaría a confundir a la gente con mis imágenes,
lo intenté y gracias a eso quizás uno que otro elite literaria se interesó.
No por bueno o malo, sino porque él era un ser educado de las letras y líder de los progresos editoriales de la época. Claramente esperó a que me muriera, porque sino tendría que haberme pagado algo.
O al menos eso creo yo.
La cosa es que mi proyecto fue un asco, nos morimos todos de hambre, mis hijos, mis esposas y todo quién ingratamente me apoyo emocionalmente para que le diera pasar.
Cuando ya estaba muerto entendí que valgo menos que un diente postizo, y ahora me adecuo a los gusanitos de mis cosquillas y a uno que otro buen amigo que nunca me lo dijo y que ahora viene y me llora.
En fin, a este paso le queda poco al humano y mucho a los poetas.
Qué pena por ellos.