Le dije que no recordaba nada,
que yo no tenía recuerdos,
que he estado durmiendo
en un coma sin sueños.
Le dije que yo no sentía,
que no tengo consciencia,
que no dejé que se fuera
en un autocastigo.
Le dije que no quería verlo,
que ya fue suficiente,
pero el dolor no se termina
con romper un espejo.
El se rió, yo reí
a través de sus muecas,
de sus gestos descuadrados,
de su puñado de vidrios.
El lloró, yo lloré
sobre mis nudillos rojos
y su cara a medio cortar,
ese día no salí del baño.
miércoles, junio 03, 2009
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