lunes, noviembre 10, 2008

desde la profundidad del asco
emana el clásico olor
de los cuerpos putrefactos.
la rabia es alimento
para grilletes sangrantes
las cadenas oxidadas
del esqueleto esclavo
no tienen dueño
en el hueso astillado
ni en el músculo podrido
las moscas hijas
se vuelven caníbales
sobre el alma de su padre
la rendija luminosa
desde lo más alto del negro cielo
el hambre ausente
las ratas sin cola
pasan frío los barrotes
en la mente sabrosa
los peores banquetes
la lluvia caliente
y llena de sal
la espina saliéndose
bajo la nuca
el pelo creciendo
donde aún queda piel
la quijada vacía
la lengua acabada
los ojos huecos
la vida esfumada

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