Esa cara de cejas altas en el espejo dividen la risa la carne y el tiempo.
Cuando la gotera sube por la espalda el fresco amanecer en sillones de ancianos
me ven la guata largas uñas libres al fin de las botellas de ajenjo. Salgo desde la garganta que antes atrapado en cacofonías mis ronquidos acariciaban allí cerca un corazón benefactor.
La donación de penas botín de piratería y no pordioseando romance esclarecedor que deje desnudo en una cama frazadas de arañas desafinadas. El canto del muerto santo profeta amigo alcohólico hermano mío ojos petróleo del reflejo del demonio que mecía la cuna tarareando un blues de encrucijada. También la mía. Abrazo de espaldas hielo el negro ataúd crucificante en mi espina carcomida con la rabia y las caídas de los inocentes hijos tugurio. Ella ego impetuoso inexorable impertinente la voz en los lóbulos mordiendo reflexiones de otros sabios muertos, sabios muertos muertos. Las guitarras llorándonos temblorosas vibrando el antiguo dolor de vivir con el alma en la mano repartiéndola en trozos y manchas de esperma negra azul verde o roja. Ahí vamos regalando vida muriendo en el esfuerzo dando el alma en un poco de entrega impersonal para que otros escuchen luego que existimos y que no, y que algo nos sirva, y que algo les sirva y lo utilicen para decir las cosas que nosotros no pudimos y que reinterpretamos hasta donde pudimos entender, pena claustrofóbica del espíritu mi amor mis amores mi amor son palabras.
viernes, octubre 09, 2009
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