viernes, septiembre 25, 2009
De verdad yo no entiendo cómo no se sienten enfermos
Hay de todo en este mundo, pero lo que más abunda es la egolatría. Profetas poetas tomando té con ministros de la ignorancia, dando conferencias de un millón de palabrerías que ocupan y beben hasta creerse a sí mismos únicos e incuestinables. Resucitan a quien sea necesario con tal de encontrarse de pronto con una chispa de revolución entre tanta charlatanería. Y generalmente son sus propias cavilaciones las que memorizan y dictan cuando tienen hipos sedientos de más soberanía. Grandes místicos de la trascendencia legan testamentos que juran durarán más que sus huesos, y el tiempo los mira, sin decirles nada, esperando que reaccionen un segundo cuando todo se viene abajo y ellos no ven cuando ya es momento de poner las manos al fuego porque no quieren meter los pies en el barro, no, ellos son iluminados a vista y paciencia de los aún más ignorantes. No sé a qué es lo que juegan, bien sabido es que el hombre sin más hombres no es hombre y que mucho se hace por el filtro mirón del reconocimiento. La bestia social del autoexilio es el signo arrogante que les remuerde los pensamientos y los hace sentirse ajenos al sentimiento que sirve de común divisor de las almas y que algunos pobres sueñan o encaran, la ilusión de la permanencia.
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