No nací para ser boxeador
pero mis puños miraron atrás
y cedí ante mi sombra.
Aconsejado por una mano tan grande
tan oscura y tan helada
que rezaba por soltar las bestias.
No nací para colgar los guantes
ni para clavarme al asiento del bar
dibujando caras en la pared.
No nací para afeitarme con vidrios
ni para dormir con muñecas
perfumadas con los olores de otros.
jueves, julio 09, 2009
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