A aquellos que no se quedan muriendo en las ciudades
y sus recuerdos vienen y van desde los lugares pequeños
hasta algunos aún más apartados.
Puede que no quede un hombre en pie
esperando el eclipse
y la multitud prisionera de los trenes
se muerda las manos recolectando
los pedazos de un pasado abundante.
A los inhabitantes del planeta,
a los huéspedes de las profundidades
oid el llanto de los muertos.
domingo, julio 11, 2010
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