Qué pie más austero
en pasaje de campo
alejado del ruido
y la luciérnaga brotando
de la boca silenciosa
de la sombra atardecida.
Deshacerse de todo
compartirlo todo
y no tener nada que perder,
un abrir y cerrar de ojos
que pase la vida a tomarme
bufanda descocida en la cerca.
Luces que en los ojos se hacen agua
y llovizna de soledad
bajo los puentes de tu amor.
Ser el forastero
que quisiera quedarse
pero viene el viento y se lleva
a la hoja sobre el beso
de tu manto en un giro
que se vuelve estación,
primero carta
y luego anillo.
Ser vagabundo en tu abrazo
de nube a punto de llorar,
lavarme la cara con tu voz
y despertar en la ventana de mi mismo
gritando tu nombre
con una sonrisa de niño
que puede salir a jugar.
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