Qué lástima terminar convertido
en un confesionario
que también sirve de piedra,
como si alguien fuera realmente inocente
y las palabras arrojadas al viento
alguna vez volvieran.
Por todos los besos hasta nunca
sé que la luna no se ve todos los días
y quién sabe cuantos abrazos
nunca se dieron
las mujeres que no conocen la calle
y los perros guachos.
¿Necesitan gritar a una pared
que hace tanto que está que se quiebra
por los problemas de su propio peso
para entender que a nadie le entra
el amor a la fuerza?
Se pasea en intentos el gato
con un ojo en tinta que sangra
llantos que no son de pena.
Amar no sabe,
cambiar no le interesa
el sabe que hay otras piernas
donde ir a hacerse cariño
si es que llega a sentir
eso que llamamos pena.
Hoy vi a una mujer
llorando en un confesionario,
sin querer escuché
que ayer perdió a su gato.
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"Ese gato no te hace cariño,
se acaricia a sí mismo contigo".
jueves, diciembre 10, 2009
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