Bajo la lluvia somos todos iguales.
No te detengas, hay luces en el mar provocándonos.
Anoche tenías que tomarlo,
crucificarlo una vez más bajo la cama.
Y te quedaste callada como un reflejo en la cuneta,
que ilumina el silencio de esta casa,
y la mueve de isla en isla recordándote.
Puede ser que el águila este muerta
y las sombras que deambulan por tus ojos
no nos busquen a nosotros,
sino a aquél que nunca vuelve.
Y es que somos una niebla que oculta al mundo,
poseyéndolo sin poder tenerlo,
soñando con destruir lo que a nuestro lado parece eterno.
Somos un poco de nube sangrando bajo tierra,
dando vida aún cuando estamos muertos.
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