me junto con mi pena a recordarte
a mirar las fotos quemadas
los cuadros rotos
las plumas pegadas en la pared
y me siento a ver las cosas muertas
a hacerlas desfilar por mi cabeza
en una procesión de imperdonables
de fuego cruzado
de árboles cayendo.
Y la sombra va desapareciendo
con la claridad del abandono
las estrellas se van apagando
la luna vuelve a ser la luna
toda la ilusión del hombre
desaparece cuando sufre
y arropado con sus ideas
sabe que nadie se levanta
sobre la vida
el silencio me invade
al menos una vez a la semana
no me escucho tras el tambor
que golpea mi pecho
y quien diga que estos dolores
no son físicos
no ha estado enfermo de amor
ni ha enterrado un sueño
junto a un árbol
ni ha convertido su vida
en algo significante
aún
y en esta calle de olvidos
te vengo a rescatar
de mi rabia
antes de perderme
tirado en la cuneta
decepcionado de creer
ahogado en mis preguntas
destruyendo las promesas
que dejaste plantadas
y anochecen las despedidas
mañana no despiertan
las caras se difuminan
nadie conoce
el testimonio de un perro
que ladra al destino
irremediable y capaz
sonámbulo y herido
de muerte y mañana
de vida y de ayer.
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