cargando los codos en ventanas pasajeras
el asiento ring del cansancio.
Miren feo las ancianas
antes de golpear con las bolsas
o no les daremos asentidos pobres
al pesar Carreño
de buena convivencia las supuestas costumbres.
Valen lo que cargan estos cientos de aciertos tunelarios.
Creo que marcan los metros las luces
y hay días en que pretendo viajar
caminando en el vagón, riéndole
a colegialas, ancianos, ternos y carteras malhumoradas.
Para alivio, para gracia
más asientos para el cansancio.
La juventud no se cansa
pero tampoco la miden los años.
Distantes las miradas agobiadas
cerca del cuerpo lejos del alma.
Mejor cae el tren en tránsito
que el pie gastando huellas.
Que pasen dos por el precio de uno
y cuanto le ponen a cada uno
los jefes de la estación,
los atendidos del ascensor
sin restricciones minusválidas.
Lamenta haber subido al curanto de bichos
mientras las noticias hablan de enfermedad
y todos los creyentes de la nueva virtud social
se aseguran el futuro con negocios
que se transan en la mente del que no entiende
los tiempos que llegan antes de que se acaben los suyos.
Porque el dominio es mutuo
para quien vive prisionero
y el que se hace el desentendido.
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